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a Eleonora,
porque en silencio
te lo prometí
«El vestido ricamente guarnecido de la vieja tía se amoldó perfectamente al cuerpo esbelto de Sylvie, quien me pidió que se lo atara. "Tiene las mangas lisas, ¡qué ridículo!", dijo.»
GÉRARD DE NERVAL, Sylvie, 1853