172880.fb2 El hombre de mi vida - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 19

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Demasiado corto para ser grave. Carvalho se quedó al pie del fax esperando una continuación, pero pasaron dos, tres horas y Biscuter desfilaba ante él sin decir nada, de sus compras a la cocinilla, preparando un soufflé mediterráneo, jefe, de atún con alcaparras, porque no hay nada como la cocina mediterránea, jefe. Tuvo tiempo de comerse el soufflé con un vino albariño gallego bien frío, masticando improperios contra los que beben champán, cavas y vinos blancos un grado por encima del frescor auténtico. También hubo tiempo de salir a la calle con Biscuter empeñado en que le acompañara al centro cultural de los jesuitas de la calle Caspe, donde iba a darse una conferencia que podía interesarle mucho a cargo de Guifré González, sobre neocatarismo. Título de la conferencia: «Entre el Opus Dei y los cátaros» a cargo de Guifré González. A Carvalho le sonaba a uno de esos personajes a los que siempre presentan diciendo que no necesitan presentación, tal vez de la radio, tal vez era una estrella de tertulias o le habían hecho alguna entrevista que él había captado al paso. Estaba el salón lleno y Biscuter le había reservado un asiento situado detrás de la cabeza pelirroja de Margalida la Ben Plantada, la Donzella del Valles, que se volvió para sonreírles. En el escenario, sobre la pared de fondo una pantalla de proyección cinematográfica o de vídeo. Un vistazo por la sala le permitió a Carvalho descubrir al hombre del chándal, al joven neoliberal de los cursillos y a Anfrúns rodeado de chicos y chicas que en todo momento estaban pendientes de sus palabras, sus cuchicheos, sus humoradas. El corruptor de menores de siempre. Aparecieron sobre el escenario Francesc Marc Alvaro, Guifré González y un jesuita que presentó a Francesc Marc Álvaro como uno de los más brillantes y equilibrados jóvenes intelectuales y en cuanto Francesc Marc Álvaro tomó la palabra se dedicó a elogiar irónicamente, la única forma civilizada de elogiar a alguien, a Guifré González, que podría ser considerada la cabeza pensante más importante de Cataluña y una de las mejor amuebladas de Europa. ¿Cómo se amuebla una cabeza sin reducir el espacio interior?, se preguntó Alvaro como remate de su corta y brillante presentación, dejando la duda de si la cabeza de Guifré estaba demasiado amueblada. El conferenciante, ahora llamado Guifré González, no era otro que el falso cura, falso tío de Neus, que en realidad se llamaba Margalida. Sin clergyman y sin guayabera, ahora parecía un miembro confortable del star system de la inteligencia. Tras merodeos de agradecimiento por la amplitud liberal, en el mejor sentido liberal, que demostraban los jesuítas, sus anfitriones, habló de la crisis de modernidad de la Iglesia católica y de los duros años de competencia que se avecinaban, por ejemplo, en el caso de los Países Catalanes, la Iglesia católica había sido incapaz de dar el paso de la autonomía eclesiástica con el riesgo de desvincularse de una feligresía que exigía en religión el derecho a la diferencia. La Iglesia católica vaticana sólo considera una apuesta segura, el Opus Dei como nueva fuerza defensiva, capaz de conectarla con la estrategia del dominio temporal a través del dominio material y viceversa, pero el Opus Dei no había dado el paso necesario para adecuarse al futuro nuevo orden internacional de una globalización basada en los pueblos identificables. ¿Qué hacer? Tal vez había llegado el momento de dejar a la Iglesia católica en su camino hacia la obsolescencia, puesto que el Vaticano se había empeñado en recorrer ese «camino» en compañía del Opus Dei, y plantearse una religiosidad de diseño para los Países Catalanes. Más que enojosas actitudes cismáticas, tal vez sería más interesante buscar en la memoria colectiva un sustrato religioso que ya en el pasado hubiera intentado dar respuesta a una nueva espiritualidad, y la nueva Europa debería tener en cuenta lo que había sido el catarismo como una religión solidaria y fundamentalista, muy en la línea del viejo, moderno, eterno deseo de retorno al cristianismo primitivo, de base, humanista, que, desde la institucionalización constantiniana de la Iglesia, había inflamado Europa desde Bulgaria a Toulouse, desde Coblenza hasta la Cataluña Norte de los siglos xII y xIII. Fue en este momento cuando se oscureció la sala y sobre la pantalla apareció el mapa de la extensión del catarismo en los siglos xII, xIII y xIV, mezclado a veces con los albigenses o los valdeses, aunque sería necio relacionarlos, liquidado todo el catarismo aparentemente en 1321 con la cremación en Vila-Roja, Termenes, de Belibastre, último prefecto cátaro conocido. Es más, se envalentonó Guifré, hay quien sostiene que los cátaros querían constituir el principado de Septimania y quien añade, como Javaloys, que ese principado estaba inspirado por el poder judío y en la persecución de los cátaros se aliaron el rey de Francia y el Papado para acabar con unos herejes escisionistas, políticamente incorrectos. Pero los cátaros, aunque se desperdigaron, prosiguieron siendo cátaros y muchos se establecieron en la Cataluña del Sur, ocultando su pasado para evitar la represión y alguna semilla dejaron. Profetizaba Guifré González una nueva religiosidad no de diseño tal como podía concebirse desde la ingeniería religiosa en ciernes, sino entendiendo diseño como una religión reconstruida a partir de sus ruinas, como si hubiera estado esperando una nueva sensibilidad y las condiciones objetivas y subjetivas se hubieran producido.

– Pobreza, solidaridad, compromiso frente al capitalismo salvaje construido con la complicidad de toda clase de establishments. Aquella religión afectó a parte de Cataluña Norte, contaminó personas o zonas de la Cataluña Sur, y los pueblos estructuralmente aplazados como los Países Catalanes podrían hacer un uso evangélico y a la vez vertebrador de una territorialidad del espíritu y de la emoción emancipatoria, frente a los intentos economicistas de crear nuevas territorialidades por razones estrictamente económicas. No hay que olvidar que en su tiempo a los cataros se les conocía por «los hombres buenos», porque de ellos emanaba, al menos, la voluntad de la bondad y la caridad, tal como se demuestra en el estudio fundamental de Jordi Ventura i Subirats. ¿Y ahora? ¿Aquí? Sólo una corriente mística controlada por la inteligencia laica podría contrarrestar los efectos de la dictadura economicista que se cierne especialmente sobre Cataluña como una amenaza. Cataluña puede desaparecer como proyecto si el poder económico español y multinacional con la ayuda de los botiflers, de los catalanes renegados, la destruyen como imaginario unitario y la sustituyen por un triángulo de poder económico.

Margalida aplaudía con un entusiasmo sin límites, silbaba, aullaba, como si Guifré González fuera un héroe del rock y no su tío, su falso tío y Anfrúns apacentaba las reacciones de su rebaño y estudiaba a distancia las no reacciones de Carvalho. Ya estaban en el turno de preguntas del público y Anfrúns pidió la palabra.

– Querido Guifré, tu apuesta por un neocatarismo pancatalán controlado por un cerebro laico, ¿incluso ateo?, me conmueve. Si de verdad se cierne una amenaza economicista, ¿qué impide a los que están diseñando una alternativa al imaginario catalán convertir el neocatarismo en una religión del triángulo Región Plus?

Porque aunque no se haya manifestado esta locución, al hablar de conspiración economicista te estabas refiriendo a Región Plus. Fíjate en la figura geométrica que compone el territorio cátaro.

– No es un triángulo.

Opuso González, y Alvaro y el jesuita lo ratificaron. El jesuita fue más allá:

– Es un rombo algo aplastado.

Se impacientó Anfrúns:

– Sean triángulos, sean rombos, qué más da.

Guifré pasó a mayores:

– Una nueva espiritualidad, inteligentemente laica, es lo que se necesita para que prospere un nuevo humanismo que ya no puede construirse desde proposiciones estrictamente racionales como intentó la Ilus tración o el Marxismo.

Anfrúns se alzó sobre las puntas de sus pies y rezó en voz alta:

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad así en el cielo como en la tierra. El pan nuestro sobresubstancial dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación. Pero líbranos del mal porque tuyo es el reino, el poder y la gloria.

No bien repuesto el público, entre la chacota y el recogimiento, del efecto del recitado, Anfrúns adoptó maneras de tribuno y se dirigió a todos los presentes por encima de la dedicación a los ponentes.

– Acabo de recitarles el padrenuestro en versión cátara, una religión que en efecto podemos relacionar con el sustrato espiritual de muchos catalanes antes de la pérdida de soberanía. Pero ojo con el maniqueísmo cátaro. El diablo ha creado el cuerpo humano y Dios el espíritu. Fijémonos en el final del padrenuestro: «Tuyo es el reino, el poder y la gloria.» No se refiere a un reino tangible, sino al conjunto de los espíritus, aunque Jesucristo con su sacrificio nos liberó del mal. Jesucristo ha redimido el reino para dárselo a Dios Padre y es obligación de los catalanes darle geografía a ese reino. En cuanto al poder se ha visto degradado y abatido por toda clase de flaquezas y es obligación de los catalanes que las flaquezas se vuelvan fuerzas. ¡Y la gloria! El señor dice a través de un salmo: «¡Despierta gloria mía, despertaos arpa y cítara!» El reino, el poder y la gloria representan el espíritu, la vida y el alma de cada ser individual. ¿Cómo transmigra esta naturaleza individual a la colectiva de un pueblo?

Ahora sí que Anfrúns retaba a Guifré González a que le contestara, y lo hizo:

– No asumo el catarismo como una revelación simbolista nutrida del catastrofismo del apocalipsis, sino como una ética de la rebelión y la participación en clave religiosa, ética que conviene a un proyecto de catalanidad popular, liberada del pactismo, de la servidumbre pequeño-burguesa a lo nacionalmente correcto según el estilo tendero del señor Jordi Pujol Soley, que espero sea derrotado en las inminentes elecciones para que podamos entrar en el posnacionalismo. Pero ojo. Que los que tanto pregonan el posnacionalismo no se equivoquen. En todo fin hay un principio y es necesario que termine el nacionalismo necesario pero vergonzantea la manera del pujolismo o del PNV en el País Vasco para que posnacionalismo signifique neonacionalismo.

Una potente combinación de silbidos y aplausos sancionó las palabras de González y, contra lo que Carvalho esperaba, Anfrúns estaba muy satisfecho cuando se dejó caer en su butaca y, al iniciarse la retirada de los presentes, el capitán de los Testigos de Luzbel se situó tras Carvalho y bisbiseó junto a su nuca:

– Acaba de tener la oportunidad de ver a Manelic en su propia salsa.

Para ratificar su insinuación señaló hacia Guifré González, que departía con Alvaro y el jesuita, y luego pretextando prisas dejó a Carvalho en plena retirada y se llevó a su rebaño a los verdes prados de Satán. Margalida le murmuró que pronto tendría noticias «nuestras» y volvió a repetir el insinuante plural, «nuestras». El detective eligió volver al despacho antes de regresar a Vallvidrera y allí estaba la lengua continua del mensaje de Yes, ausente otra vez Biscuter, que empalmaba el catarismo con alguno de sus cursos nocturnos de rearme cultural, inglés posiblemente o cualquier conferencia sobre globalización o actividad voluntaría pro Chiapas.

Mi profundo malhumor recae sobre todo el mundo, me he ocupado expresamente de que así sea, no he cejado hasta amargarles la vida a todos cuantos me rodean; un acto deplorable que, incluso, justificaría si me hubiera sido de alguna utilidad. Estoy frustrada, irritada, perpleja, consternada…: furiosa.

Con un enojo arbitrario, seguramente desmedido, que me corroe.Nadie es responsable de mi tristeza, al contrario, yo he debido ser penosa para ti, te he cercado, acorralado, obligado a gestos, expresiones a las que nunca te hubieras encaminado por ti solo, además de todo eso no sólo no me doy por satisfecha, sino que te recrimino que no sientas lo mismo, con la misma intensidad que yo. Lo cierto es que mi adoración por ti me hizo creer que tenía derecho a exigir la misma respuesta; cuando sentí la distancia, te hubiera abofeteado. Fue mucho más tarde cuando intuí hasta qué punto te has sentido obligado; sin duda, yo he sido quien se ha lanzado al abordaje de un barco (que navegaba con rumbo fijo, no en paz y felicidad, pero sí con el horizonte adivinado) sin haber sido invitada, asaltándote por sorpresa reclamando -exigiendo- tu atención, tu dedicación.

No creo confundirme al pensar que también ha ayudado a desconcertarme cierta dosis -lógica- de vanidad por tu parte, el deseo de querer prolongar la sensación placentera del que se siente admirado; si a eso se añaden el atractivo de la diferencia de edad que a ti te habrá halagado (cada minuto que pasa es menor, me siento envejecer por momentos) y el aliciente de mi buena presencia (deja que presuma de envoltorio) acabo por explicarme el motivo por el que me animé a pensar que tus gestos, tu inclinación hacia mí, nacían de la necesidad de compartir emociones más serias. Mi estómago es un «matasuegras» cuando me encuentro contigo; mi más importante objetivo no es saber de las inquietudes de Mauricio.

Tienes una necesidad de cariño que nunca consigues saciar, a ese problema se añade tu generosidad -entrañable- que te obliga a corresponder -¿agradecer?- a los que te quieren. Este comportamiento acaba siempre en un atasco que pocas veces consigues resolver, te obligas a mantener una puesta en escena de reciprocidad a las muestras de afecto que se tedan, como un modo de compensar y, a la vez, propiciar que te sigan queriendo. Ya que hablamos de cariño y de afecto parece apropiado decir que estableces una dinámica de «abrazo mortal», es decir, te haces trampas a ti mismo, te eres deshonesto. No me extrañaría que cuando te sientes -porque te sientes- tiranizado por tus Charos y tus Biscuters, demuestres tu enojo para, acto seguido, tratar de remediarlo dando nuevas muestras de cariño, con su consabido eco. Tienes mi admiración, mi afecto, mi respeto, me has devuelto la ilusión, los sueños, las quimeras, las dudas, todas las dudas. Celebraré si eso te reporta cualquier felicidad pero: ná te debo y ná me debes.

Estoy en estado de gracia, tú has sido el catalizador, como tal, puesta ya en marcha la reacción, no te necesito para nada.

Tú, a mí, sácame de la lista de los agradecimientos.

Ausente

Ausente máscara mágica

Utilitaria azorada alarmada.

Santero nuevo nibelungo,

Eres esperanza exacta loca lengua libertina.

Niégalo, niégame, niégate

Toma mi voz en el desierto.

Excusa mi dolor, es de este mundo.

Por cierto, Ausente. De otro desierto me llega el segundo anónimo. Creo saber de quién se trata. Un desgraciado al que en el pasado, no me preguntes por qué, le hice alguna confidencia sobre nuestra relación y que se relaciona con los círculos de mi marido, concretamente su abogado.

He conseguido un salvoconducto temporal, entre las 3 y las 3.30 de una madrugada atormentada y tormentosa parareponer la música de tu voz -salmodiante, invocante- como muecín que invita/apremia a la pagana oración; entre sombras y relámpagos sonaba a Una noche en el Monte Pelado. Constaté que tú habías estado solo sin mí, que sin ti yo estaba sola. Todo este interminable fin de semana, salpicado de, accidentes telefónicos que interpreté como fallidas o insinuantes llamadas tuyas, estuve rodeando mi soledad de presencias familiares como yugos. Tratando de concordar mi cariño hada ellos, de acomodarme al espacio/tiempo, de responder con honestidad a los «pero… además de estar creciendo, qué es lo que te está pasando?». No encuentro la clave para ser honesta y no hacer daño; no se puede rondar la verdad. Tratar de renunciar a escenificar, materializar lo que siento, dudo que nadie haya sido capaz, pero puedo intentarlo; tampoco sé cómo han podido enfrentarse al rostro de un ser querido y causarle dolor sin paliativos; ignoro cómo se puede llegar al

– ¿ cómodo?- fingimiento escudándose en el argumento de no hacer daño. De repente me olvido de todos los problemas y me encuentro instalada en el paraíso, en una sesión doble, interminable, continua, de besos; de esos besos maravillosos que tú das, apabullantes, sorprendentes, perturbadores: esdrújulos, no importa si el termino no existía, ahora existe. Pues eso, de repente en lo alto, en todo lo alto para a continuación descender al infierno del marco que me rodea, que yo he construido, paso a paso, con ilusión, con cariño, con dedicación, es como un sabotaje a mí misma, un autosecuestro, puro terrorismo. No me extraña que a la gente mayor se le ponga la cara que se les pone, en mi caso me temo lo peor.

No respondió Carvalho al fax de Yes y Fuster llamó a tiempo a su timbre portador de potes de cristal con vino rancio y trufas de Villores, a la espera de la cosecha de fines del 99 y comienzos del nuevo milenio. Junto a las trufas, la inevitable conversación sobre por qué las trufas blancas españolas no tienen nada que ver con las italianas. Las españolas son como patatas algo aromatizadas, en cambio un tartufo bianco de Alba es una joya de la naturaleza, exclamaba Fuster, que era trufero de familia y por lo tanto de nacimiento.

– Una subasta de trufas en Morella es un espectáculo y ver cómo los yacimientos de trufas son secretos campesinos como si se tratara de minas de oro es una comprobación de que la teoría del valor tiene que ver con la escasez de lo valorado. La trufa tiene un valor simbólico, saturnal. Pero tú querías hablarme de religión.

Carvalho le ofreció una cata de tres whiskies nuevos que había comprado en la vinoteca de la calle Agullers. Fuster se inclinó por un Linkwood y en cambio Carvalho le opuso un Springbank añejo, como siempre. A Fuster le gustaban los whiskies más sueltos.

– No entiendo demasiado, pero los que te gustan a ti se parecen a un coñac o un armañac.

Carvalho le expuso sus nuevos horizontes religiosos y su sorpresa de que estuvieran tan conectados con reivindicaciones nacionalistas. Fuster levantó los ojos al cielo y exclamó: ¡La madre, la Tierra y Dios! La virgen María como nexo entre Dios y la Tierra y los curas ofician como celestinas en todo nacionalismo. Les parece que la nación sacraliza la existencia, la acerca a las verdades esenciales y de ahí que los pueblos escogidos por Dios sean tantos como curas dispuestos a apadrinar la elección. El internacionalismo ha sido siempre ateo.

– ¿Y el ecumenismo?

– Ésa es otra historia. Ése es el imperialismo católico, cada vez más en retroceso. El catolicismo no crece. Es una religión poco útil desde que ha desaparecido el latifundismo y ha aumentado la red de carreteras y la televisión. Ni siquiera ha preparado a los católicos para la lucha por la hegemonía material como ha hecho el protestantismo.

Carvalho creía que el catolicismo es una religión de acumuladores primitivos y de rentistas. Mal asunto en tiempos en los que bajan los tipos de interés. Por otra parte, la racionalidad ascendente ha puesto en crisis los misterios católicos, en general todos los misterios cristianos, pero especialmente los de lectura católica.

– No me gusta hablar así, porque tengo miedo de pasar por un anticlerical convencional y no es eso. ¿O es eso?

Fuster le opuso:

– ¿Y las corrientes neocristianas solidarias? ¿ La Teo logía de la Liberación?

– Me suena a marxismo a lo divino. Lo más moderno que ha encontrado la Iglesia católica es el OpusDei, imagínate, el cristianismo pasado por un maquiavelismo barato empresarial a lo Dale Carnegie. Un cristianismo de Reader's Digest. Me encantaría que volvieran los ritos antiguos. La religión sin teatralización no vale nada, no es nada.