172880.fb2 El hombre de mi vida - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 10

El hombre de mi vida - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 10

– A la que ustedes responderán un día de estos, supongo. No sé si me divierte o me aburre el carácter coral que está tomando esta farsa, pero tal vez me divierte más que me aburre. Necesito un culpable con rostro. Necesito volver a mi cliente para decirle a su hijo lo han matado éste y aquél por orden de éste y aquél.

– ¿Sólo eso? Por orden de quién nunca podrá demostrarse. En cambio, lo primero que ha pedido es posible conseguirlo a cambio de que usted deje de fisgar. Sabemos por dónde se mueve, Carvalho, y nos parece que está usted pisando territorios que desconoce.

– Me he dado cuenta de que todos pertenecen a alguna secta. Hay dos clases de sectas, las destructivas, como las satánicas, y las constructivas, como ustedes o la Iglesia católica o el Opus Dei.

Las máscaras se miraban las unas a las otras y sólo Pérez i Ruidoms no miraba a nadie. Las máscaras empezaron a cuchichear en una lengua que a Carvalho le pareció aún más exótica que el coreano, en el supuesto caso de que alguna vez hubiera oído hablar en coreano. Pérez tenía los ojos retenidos por un fragmento de la penumbra, ensimismado y preocupado. Luego los devolvió sobre Carvalho y le salió una oratoria fría y acuciante.

– Resumiendo. Esto no es propiamente una secta, sino un club de amigos y simpatizantes con la memoria de Frederic Hayeck, nombre que no le dirá nada a usted pero que ha sido uno de los hombres más relevantes de este siglo, uno de sus ideólogos y estrategas más preclaros. En mil novecientos cuarenta y siete reunió auna serie de sabios y políticos en Monte Peregrino, en Suiza, y allí trazaron las líneas maestras de la reconstrucción del orgullo capitalista frente al alud marxista y keynesiano que estaba aplastando la libertad de iniciativa, la libertad más preciosa del hombre. Hoy podemos encontrar clubes en honor de Hayeck en todo el mundo y marcan la geografía de la resistencia y de la reconquista primero, y ahora de la victoria contra las tinieblas marxistas y keynesianas. Monte Peregrino sólo es eso.

Otro mascarita se levantó y declamó, como si se tratara de una décima de felicitación navideña.

– ¡Dos fantasmas recorren Europa, el comunismo y el keynesismo, y los dos tratan de auyentar el espíritu de iniciativa del género humano, el espíritu que ha hecho del hombre el ser hegemónico de la creación! ¡Por el comunismo llegaríamos a la hegemonía del cerdo y por el keynesismo a la hegemonía de las bacterias!

Carvalho aprobó con la cabeza el buen estilo del declamante y se inclinó hacia Pérez i Ruidoms para que sólo él oyera lo que iba a decirle.

– ¿Qué tiene que ver Monte Peregrino con Región Plus?

Por primera vez la máscara viviente se descompuso y se inclinó a su vez para contestar a Carvalho sin que los demás oyeran lo que contestaba.

– Tiene usted razón. Hemos de hablar a solas.

Luego Pérez i Ruidoms dio una palmada que provocó la muerte de cualquier murmullo y concentró la atención de los reunidos.

– Caballeros, quítense las caretas.

Así lo hicieron y ninguno de aquellos rostros traducía la pertenencia a nada que pudiera ser exclusivo de nada. Uno de ellos preguntó con acento cubano:

– Oiga, ¿aquí a qué hora dan café?

Otro fue más lejos y preguntó con toda la impertinencia de la que fue capaz:

– ¡Mamá! ¡Dime qué quiere el negro!

– No volvamos a las andadas. ¡Rusia es culpable! ¡ETA es culpable!

Le increpó otro de los presentes revestido de pronto de una radical indignación, mientras otro de los simios fingió hacer un aparte con Carvalho para informarle:

– ¿Sabía usted que en el Cretácico muchos mamíferos habían dejado de poner huevos y eran capaces de dar a luz vivos a sus pequeños? Otra innovación vital de los mamíferos fue la variedad y eficacia de sus dientes con diseños especializados en despellejar, triturar, roer y triturar, así como en sujetar y procesar la comida mediante novedosos procedimientos. Las bases biológicas del liberalismo ya estaban sentadas.

En los labios de Pérez i Ruidoms bailaba una sonrisa.

– ¿No los reconoce, señor Carvalho? ¿Tampoco reconoce a todos los comparsas que ha visto arriba?

Carvalho estaba a la espera de acontecimientos, pero no esperaba la carcajada que rompería todo el cuerpo de Pérez i Ruidoms, carcajada fingida, porque nada más emitida, el risueño había recuperado la compostura para decir:

– Casi todos forman parte del elenco de La Cu bana, una compañía de teatro de animación y comparsería.

Carvalho se puso a aplaudir y continuó haciéndolo cuando se dio cuenta de que era el único que aplaudía. Los comparsas se habían vuelto a poner la máscara y roncaban con esa extraña sincronización que sólo consiguen los mejores monos cuando roncan.

Pérez i Ruidoms evitó mezclarse con los bailarines y Carvalho le siguió hasta un despacho donde permanecía en funcionamiento para nadie el aparato de televisión conectado con la CNN. Pérez i Ruidoms le quitó el sonido pero dejó el flujo de las imágenes como un paisaje de sombras rotas proyectado sobre la pared. Sacó una botella de champán de un frigorífico disfrazado de mueble importante y enseñó la etiqueta a Carvalho, es más, la enunció:

– Roederer Cristal Rosé.

Él mismo abrió la botella, llenó dos copas controlando sagazmente la espuma y tendió una a Carvalho. Paladeó con deleite, chasqueó la lengua contra el paladar.

– La estaba necesitando. ¿Por dónde íbamos? Por Región Plus o por el asesinato del chico Mata i Delapeu. En las dos cosas supongo, ¿qué sabe usted de Región Plus?

– Lo que alguien quiere que sepa. Estoy metido en una historia llena de informaciones aparentemente encontradas, pero que contribuyen a una misma ceremonia de la confusión. Tal vez todos sean actores de La Cubana o se comporten como actores de La Cubana.

Descubro que me cuentan lo que interesa que yo sepa y que me están llevando hacia algo.

– No se mueve usted, le mueven. Interesante que se haya dado cuenta. Y le mueven hacia Región Plus, una simple operación económica que trata de establecer una conexión Toulouse, Milán, Barcelona y el negocio consiste en establecer una infraestructura de comunicaciones y en la combinación de revalorización de suelo urbano e industrial. Ese triángulo es como una Nueva Frontera, Carvalho, y ya ha sonado el disparo para que las carretas de pioneros se pongan en marcha. No le niego que estoy interesado en esa operación que, si bien inicialmente fue apoyada por el gobierno autonómico, ahora le ofrece cierta resistencia. Alguien le ha metido en la cabeza al presidente que ese proyecto daña la identidad catalana porque establece una región de diseño que puede desvirtuar el proyecto nacionalista. A mí el proyecto nacionalista catalán me importa un pepino, señor Carvalho, pero no me interesaría meterme en algo que me enajenara la buena relación con el gobierno autonómico.

– Pero se acercan elecciones.

– Imagínese que pierde el presidente Pujol. Eso significaría que el pancatalanismo pasaría a la oposición y se radicalizaría, con lo cual un proyecto como Región Plus sería demonizado y suscitaría una cruzada del radicalismo catalanista. Prefiero la injusticia al desorden. No. El proyecto tiene que avanzar e imponerse como un hecho consumado. Pero yo no soy el único interesado y tengo todos los teléfonos intervenidos y todos los telescopios de espionaje se ciernen sobre mi casa y sobre mis empresas. Lo sé porque yo hago lo mismocon los competidores y no se quejan. Pero usted Carvalho está disperso. Me interesa que se concentre en el descubrimiento de las causas del asesinato del amigo de mi hijo. Le puedo pagar de mi bolsillo aparte de lo que le pague Delmira.

– Nunca cobro de dos clientes por un mismo caso.

– Pero me aceptará esto.

Del cajón más inmediato sacó un sobre y lo ofreció a Carvalho, que lo tomó, lo abrió y contuvo en una mano las fotos que habían salido de él y un par de folios. La primera foto correspondía a una cara redonda, una verdadera bola de grasa sin huesos con los ojos pequeños y como engarzados. Las otras dos las ocupaban un hombre con aspecto de gitano y una mujer blanquísima con la cabeza ovalada culminada en un peinado escarola rubia. En el papel constaban sus referencias: Dalmatius, jefe de la red de choque Sarajevo, Mohamed Stepanovich, Silvia Rossler, también de la red de choque Sarajevo. Dalmatius había recibido el encargo de un atentado personal y se lo había pasado a Stepanovich y la Rossler sin saber quién iba a ser el asesinado. El informe añadía que Dalmatius estaba dispuesto a colaborar para resolver la situación y a entregar a los dos sicarios. Adjuntaba la referencia de la casa de seguridad donde estaban escondidos. Carvalho estudió los tres rostros, la mujer era bonita pero tenía una quietud estúpida en el fondo de sus ojos, tenía cara de animal obediente. Mohamed llevaba un cuchillo en cada ojo y cerraba su boca cruel bajo un bigotillo de violinista eslavo antiguo. Dalmatius obligaba a ser mirado. Tenía una cara asquerosa pero imán e inquietante.

– ¿Le interesa la información? Le acerca al final de la partida.

– Pueden ser actores de La Cubana.

– Puede ser. Me encantan los trompe-l'oeil. Si usted viera mis residencias están llenas de falsas paredes, falsas ventanas, falsos cénits, falsos firmamentos, falsos descensos a sótanos que existen o no existen, ya lo he olvidado. ¿Le interesaría hablar con Dalmatius?

Carvalho asintió.

– Sígame.

Parecieron desandar lo andado y volver a la cripta de Monte Peregrino pero pasaron de largo y Pérez i Rui-doms se detuvo ante un fresco en la pared que reproducía una habitación de hotel, una cama, una palangana, un hombre sentado al borde de la cama, sin rostro o al menos no interesaba escudriñar para adivinárselo.

– Es una espléndida imitación de un Hopper.

Pérez i Ruidoms tocó con un dedo la cabeza del hombre del cuadro y el muro se volvió blando, se replegó sobre sí mismo y ante ellos apareció una habitación donde la única iluminación era un reflector cenital delimitando a un individuo sentado en una silla. Cuando se acercaron a él, Carvalho vio que estaba esposado, que era Dalmatius y le habían reventado las cejas, la nariz, un párpado le colgaba sobre una ojera violácea y su rostro doblemente hinchado estaba cubierto de morados, de piel rasgada hasta mostrar la carne. Pérez i Ruidoms paseó rítmicamente en torno a Dalmatius observándole.

Ya le queda poco, Dalmatius. Luego se irá a casa al infierno. Confírmele a mi amigo que éstos son los asesinos de Mata i Delapeu.

Instó a Carvalho a que tendiera las fotos a Dalmatius. Así lo hizo y la torturada cabeza ascendió y descendió tres veces ratificando. Pérez i Ruidoms estaba satisfecho. Acercó su cara a la de Dalmatius.

– Quiero que vuelvas a verme la cara y que la anotes en tu cerebro. Tú trabaja en lo tuyo, pero no te cruces en mi camino. Tú vive en tus cloacas, pero no se te ocurra meterte en las mías. Mis reglas del juego pueden ser las tuyas y por cada matarife que emplees yo puedo contratar diez.

Pero Dalmatius estaba entero a pesar del castigo físico. Carvalho percibía que le estaba estudiando, situando, que tal vez incluso ya sabía quién era. Era de la clase de hombres que asimilan incluso en las situaciones más desfavorables y Dalmatius ya sabía lo que podía esperar de Pérez i Ruidoms pero no de Carvalho, por lo que mantuvo la mirada fija en él mientras se retiraban.

– Puede hacer el uso que quiera de la información que le he dado. A estas horas la policía ya ha recibido una confidencia sobre el lugar donde se esconden los sicarios.