124300.fb2 La se?orita Found en una m?quina del tiempo abandonada - читать онлайн бесплатно полную версию книги . Страница 1

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Para que de la vida valga la pena de vivirse, tenemos que poseer al menos la ilusión de que somos capaces de efectuar cambios profundos en el mundo en que vivimos. Y digo: al menos la ilusión. Evidentemente, sería preferible la verdadera capacidad para efectuar los cambios; pero no todos podemos llegar a ese nivel, e incluso la ilusión del poder ofrece esperanza, y la esperanza sustenta la vida. La cuestión es no ser una marioneta, no ser una cosa de karma juguetón y pasivo. Supongo que todos estarán de acuerdo en que se deben introducir profundos cambios en la sociedad. Y ¿quién los hará, sino usted y yo? Si nos decimos a nosotros mismos que nos encontramos desamparados, que toda reforma significativa resulta imposible, que el statu quo existente llegó para mantenerse…, entonces lo mismo podríamos dejar de preocuparnos por seguir viviendo, ¿no cree? Quiero decir: si el autobús está resbalando y el conductor está perdiendo la guía, y todas las puertas están atascadas, es mucho más frío tomar cianuro que esperar el inevitable destrozo. Pero, naturalmente, no queremos creer que nos encontramos indefensos. Queremos creer que seremos capaces de agarrar el volante y enderezar el autobús en su ruta, y conducirlo con seguridad al taller de reparaciones. ¿No es así? Correcto. Eso es lo que deseamos pensar, aún cuando sólo se trate de una ilusión. Porque a veces —¿quién sabe?— puede uno mantener firme una ilusión y convertirla en algo real.

El reparto de personajes. Thomas C…, nuestro principal protagonista, de veinte años de edad; la primera vez que lo encontramos está dormido, con fibras de su propio y largo pelo moreno enmarañado casualmente sobre la boca. Vaqueros muy ajustados y una camisa de ¡ECOLOGÍA AHORA!, completamente arrugados a los pies de la cama. Fue educado en Elephant Mound, Wisconsin, y éste es el tercer año que pasa en la universidad. Parece estar durmiendo tranquilamente, pero a través de su mente, llena de sueños, se filtran fantasmas inquietantes: Lee Harvey Oswald, George Lincoln Rockwell, Neil Armstrong, Arthur Bremer, Sirhan Sirhan, Hubert Humphrey, Mao Tsé-Tung, el teniente William Caley, John Lennon. Cada uno de ellos se va anunciando a sí mismo, efectúa un ligero baile expresivo de su personaje, desaparece y vuelve a surgir en alguna otra parte del córtex cerebral de Thomas.

En la pared de la habitación de Thomas hay varios tótems contemporáneos: una fotografía gigantesca de Spiro Agnew jugando al golf, una llamativa etiqueta engomada que dice: VOTE POR MC GOVERN, y pancartas que proclaman variadamente LIBERTAD PARA ANGELA, APOYE A SU FUERZA LOCAL, PODER PARA EL PUEBLO y ¡EL CHE VIVE!

Thomas posee una sensibilidad extremadamente contemporánea hacia los años 1970-72. Para 1997 se sentirá terriblemente nostálgico por las causas y artefactos de su juventud, como siente ahora su abuelo por los abrigos de mapache, los baños de ginebra y las astas de bandera. Dirá cosas como: «Inténtalo, te gustará», o bien: «¡Pégame!», y nadie menor de cuarenta años se reirá.

Dormida, cerca de él, está Katherine F…, rubia, de diecinueve años. Habitualmente lleva gafas de montura acerada, pantalones acampanados verdes ajustados a la cadera, un sedoso poncho púrpura y un chal de macramé, pero ahora no lleva ninguna de esas cosas. Katherine no está soñando, pero su próximo ciclo de sueño profundo llegará dentro de poco. Procede de Mosse Valley, Minnesota, y perdió su virginidad a los catorce años, mientras contemplaba una película de flirteo entre Mastroianni y la Loren, en el cine al aire libre Estrella del Norte. Durante su seducción, no apartó nunca los ojos de la pantalla durante un periodo superior a los treinta segundos. En la actualidad es mucho más responsable en esas cosas de la capacidad de respuesta, pero años atrás trataba enérgicamente de ser fría. Hace cuatro horas, ella y Thomas llevaron a cabo un acto de mutua estimulación oral-genital que es ilegal en diecisiete Estados y en la República de Vietnam (sur), aunque hay esperanzas de que eso pueda cambiar dentro de poco.

En el suelo, junto a la cama, está el perro de Thomas, Fidel, parte sabueso y parte terrier. También él está durmiendo. Adherida al collar de Fidel hay una serpentina que dice TRES TRENZAS PARA DOMESTICADO LIB.

«Sin Dios», dijo uno de los hermanos Karamazov, «todo es posible». Supongo que eso es cierto si uno concibe a Dios como la fuerza que lo mantiene todo junto, que impide que el agua caiga hacia arriba y que el sol salga por el oeste, pero… ¡qué concepto tan limitado de Dios es ése! Au contraire, Fyodor: con Dios, todo es posible. Y me gustaría ser Dios durante un ratito.

P. ¿Qué hizo usted?

R. Le grité al sargento Bacon, y le dije que fuera a buscar licores y que su gente empezara a moverse inmediatamente, no hacia los licores, sino hacia los bunkers. Y me dirigí adonde estaba Mitchell. Regresé poco después. Meadlo aún estaba allí con un grupo de vietnamitas, y le grité a Meadlo pidiéndole… Le pregunté si no podía mover a toda aquella gente, si no podía librarse de ella.

P. ¿Disparó usted contra ese grupo de gente?

R. No, señor, no lo hice.

P. Después de ese incidente, ¿qué hizo usted?

R. Bueno, les dije a mis hombres que cruzaran la zanja y que se colocaran en posición después de que yo hubiera pegado fuego a la zanja.

P. ¿Tuvo usted oportunidad de observar lo que había en el interior de aquella zanja?

R. Sí, señor.

P. ¿Y qué vio usted?

R. Gente muerta, señor.

P. ¿Observó alguna apariencia de que hubiera alguien vivo?

R. No, señor.

Ahora habla Thomas. Escúchame. Simplemente, escúchame. Suponte que tuvieras una máquina que te permitiera arreglar todo lo que está mal en el mundo. Digamos, una máquina que contuviera todos los recursos de la tecnología moderna, por no mencionar los poderes de una imaginación rica y bien provista, y de un sentido ético altamente desarrollado. La máquina puede hacer cualquier cosa. Te puede hacer invisible; te proporciona una forma de deslizarte hacia atrás y hacia adelante en el tiempo; te proporciona el acceso telepático a las mentes de otros; te permite llegar a esas mentes y c-a-m-b-i-a-r-l-a-s. Y así sucesivamente. Llama a esa máquina como quieras. Llámala, por ejemplo, Actualizador de la Fantasía de Todo el Mundo. Llámala Máquina del Tiempo Mark Nueve. Llámala Caja Divina. Llámala Varita Mágica, si quieres. Muy bien. Yo te entrego una varita mágica. Y tú también me entregas una varita mágica, porque lector y escritor tienen que ser aliados, tienen que conspirar juntos. Tú y yo, con nuestras varitas mágicas. ¿Qué harías tú con la tuya? ¿Qué haría yo con la mía? Empecemos.

La venganza de los indios. En las llanuras, a quince kilómetros al oeste de Grand Otter Falls, Nebraska, se reúnen las tribus. Haciendo auto-stop, en camión, con tiendas de campaña, en Chevrolet, bicicleta y microbús, llegan desde todos los rincones de la nación. Son las delegaciones de los enojados pieles rojas. Aqui están los onondagas, los aglalas, los hunkpapas, los jicarillas, los punxsatawneys, los kickapoos, los gros ventres, los nez percés, los lenni lenapes, los wepawaugs, los pamunkeys, los penobscots, y toda esa multitud. Van vestidos con los símbolos que el hombre blanco espera ver en ellos: sombreros de plumas, pantalones polainas de cuero de ante, rostros pintados, tomahawks… ¡Mira cómo arde la gran hoguera! ¡Mira cómo los bravos, cubiertos de brillante sudor, bailan la danza de la cabellera cortada! ¡Escucha sus fantásticos gritos bárbaros! ¡Qué terror deben inspirar estos salvajes en los bien alimentados barrios residenciales que les observan por el canal cuatro!

Ahora empieza la reunión del Consejo. La pipa pasa de unas manos a otras. Se escuchan gruñidos de aprobación. El poderoso jefe navajo, Hosteen Dollars, es el principal orador. Habla en nombre de la más fuerte de las tribus, porque los poderosos navajos son propietarios de moteles, tiendas de regalos, pozos de petróleo, bancos, minas de carbón y supermercados. Tienen en sus manos la lucrativa distribución nacional de la excelente cerámica de sus vecinos, los hopi y los pueblo. Tranquilamente han ido acumulando grandes riquezas y poder, que han dedicado subrepticiamente al bienestar de sus parientes menos afortunados de otras tribus. Ahora el arsenal está completamente abarrotado: los tanques, los lanzallamas, los rifles automáticos, los camiones semi-orugas, las recolectoras llenas de napalm. Sólo falta la Big Bang. Pero esa falta, declara Hosteen Dollars, se ha remediado ahora gracias a una intervención milagrosa.

—¡Este es nuestro momento! —grita—. ¡Hiawatha! ¡Hiawatha!

Solemnemente desciendo de los cielos, trazando una lenta espiral hacia abajo, aterrizando suavemente sobre mis pies. Estoy desnudo excepto por un taparrabos; mi piel cobriza brilla lustrosamente. Guardada entre mis brazos, sostengo una bomba de hidrogeno, armada y preparada.

—¡La Big Bang! —grito—. ¡Aqui está, hermanos!

A la caída de la noche, Washington es un montón de cenizas radiactivas. Al amanecer, el presidente en funciones capitula. Hosteen Dollars aparece en la televisión nacional para explicar cuál será el nuevo sistema de reservas, y se inicia la redada de rostros pálidos.

Bruce Bales, fiscal del distrito del condado de Marin, que se incapacitó a si mismo como fiscal acusador de Angela Davis, dijo ayer que se sentía «absolutamente conmocionado» ante la absolución.

Dejándose llevar por una amarga reacción, Bales dijo:

—Creo que el jurado cayó en la trampa emocional ofrecida por la defensa. Ella ni siquiera subió al estrado para negar su culpabilidad. A pesar de lo ocurrido, sigo manteniendo que ella fue la responsable de la muerte del juez Haley y de la mutilación de mi ayudante, Gary Thomas, como Jonathan Jackson. Indudablemente, esto es tanto más así debido a la edad de ella, a su experiencia e inteligencia.

Según dijo un portavoz en la capital, el gobernador Ronald Reagan no estaba disponible para hacer ningún comentario sobre el veredicto.

El día que inutilizamos el Pentágono fue sencillamente maravilloso, un hito en la historia del Movimiento. Nos costó años de planificación y un tremendo esfuerzo cooperativo, pero los resultados demostraron que valió la pena realizar el heroico esfuerzo.

Así es como lo hicimos:

Con la ayuda de nuestra IBM 2020 multifásica establecimos un anillo de puntos de acceso alrededor de todo el distrito de Columbia. Había tres lugares en Maryland —Hyattsville, Suitland y Wheaton— y otros dos del lado de Virginia, en McLean y Merrifield. En cada uno de los puntos de acceso, excavamos un pozo vertical de doscientos metros de profundidad, utilizando nuestro escariador rotativo Hughes de absorción de fluido, acoplado con una unidad extractora de núcleo gemelo de la General Motors. Cada noche transportábamos los residuos a Kentucky y Tennessee por camión, desembarazándonos de ellos en antiguos vertederos de minas.

Cuando alcanzamos el nivel de los doscientos metros, empezamos a tender una tubería de noventa y un centímetros que se dirigía rectamente hacia el Pentágono a partir de nuestros cinco puntos de acceso, para lo que empleamos un compactor molecular LTV para convertir el terreno en forma semi-líquida. Los desperdicios los bombeamos a cinco enormes depósitos subterráneos adyacentes que excavamos con nuestra excavadora retroactiva hemisférica de sub-superficie, del tipo Gardner-Denver. Una vez tendidas las tuberías, empezamos a bombear los residuos almacenados hacia el Pentágono, a una velocidad constante calculada por nuestra pequeña computadora XDS y controlada a intervalos de quinientos metros a lo largo de la ruta por un sistema sensor Control Data 106a.

Las bombas, desde luego, eran del tipo pesado, de Briggs y Stratton, 580. Durante un período de ocho meses, tuvimos éxito en ir sustituyendo el subsuelo debajo del Pentágono por un inmenso estanque de desperdicios, llevando cuidado, sin embargo, de evitar el causar cualquier perturbación sismológica que pudiera detectar el propio equipo del Pentágono. Para esta parte de la operación empleamos espectrofotómetros de Bausch & Lomb y exploradores Perkin-Elmer, conectados en serie con un integrador de vibración-amortiguación Honeywell 990.

Nuestro esquema de tiempo era perfecto. La noche del 3 de julio derribamos los tres puntos clave de sostenimiento. Ahora, el Pentágono estaba flotando sobre un lago de barro de cerca de un kilómetro de diámetro. Un banco triple de estabilizadores autónomos Dow mantuvieron el edificio a su elevación normal; utilizamos un equipo de homeostasis Ampex para regular las presiones de flotación.

Al mediodía del cuatro de julio, Katherine y yo celebramos una conferencia de prensa en las escalinatas de la Biblioteca del Congreso, a la que asistieron principalmente representantes de los medios de comunicación underground, aunque también había unos pocos periodistas casuales. Exigí que se pusiera fin inmediatamente a todas las aventuras militares norteamericanas en el exterior y concedí al presidente una hora de tiempo para contestar. No hubo respuesta de la Casa Blanca, desde luego, y a la una menos cinco activé los diques de contención silbando tres estrofas de Estrellas y Barras en un teléfono público situado en las afueras del cuartel general del FBI. Al hacerlo, inicié un proceso de desplazamiento de residuos de barro, y a la una y cinco el Pentágono ya se estaba hundiendo. Lo fue haciendo con la lentitud suficiente como para que no hubiera pérdida de vidas: la evacuación se completó en el término de dos horas, y el piso más alto del edificio no se hundió en el barro hasta las cinco de la tarde.

Dos leones que mataron a un joven en el Zoológico de Portland, el sábado por la noche, aparecieron muertos hoy, víctimas de un tirador nocturno provisto de un rifle.

Roger Dean Adams, de diecinueve años de edad, natural de Portland, fue el joven devorado. El Zoológico estaba cerrado el sábado por la noche, cuando él y dos compañeros penetraron en el recinto saltando una verja.

Los compañeros dijeron que el joven Adams se descolgó sobre la parte del foso del oso pardo, agarrándose con las manos al borde del muro, y después elevándose a pulso. Después de haber permanecido sentado en el borde del muro del foso de los leones, intentó hacer lo mismo allí.

Kenneth Franklin Bowers, de Portland, uno de los compañeros del joven Adams, dijo que éste se descolgó sobre el borde del foso y que, mientras permanecía colgado allí, agarrándose al borde con las manos, tiró una patada a los leones. Uno de ellos le lanzó un palmetazo, dándole en un pie, y el joven cayó al suelo del foso, cinco metros más abajo del borde del muro. Entonces los leones lo destrozaron, y al parecer se desangró hasta morir, después de que le desgarraran una arteria en el cuello.

Uno de los leones -César, un macho de dieciséis años- fue muerto la pasada noche de dos balas disparadas por un rifle de fabricación extranjera. Sis, una hembra de once años, fue alcanzada por un tiro en la espina dorsal. Murió esta mañana.

La policía dijo que disponía de muy pocas pistas para encontrar al tirador.

Jack Marks, el director del Zoológico, dijo que se perseguiría legalmente a cualquier persona que fuera acusada de haber hecho los disparos. «Tiene que estar uno enfermo para disparar contra un animal que no ha hecho otra cosa que seguir sus propias normas de conducta», dijo Mr. Marks. «Ninguna persona en su sano juicio entraría en el Zoológico en plena noche para matar a un animal en cautividad».

¿Quieres que te diga realmente quién soy? Puede que pienses que soy un estudiante de universidad de la segunda mitad del siglo XX, pero en realidad soy un visitante procedente del lejano futuro, nacido en un año que, según vuestro sistema de cálculo, diríais que es el año 2806 d.C. Puedo intentar describirte mi zona nativa, pero hay muy pocas similitudes como para que comprendieras lo que te dijese. Por ejemplo, ¿significaría algo para ti si te digo que tengo dos madres, una ovárica y la otra intrauterina, y que mi padre espermático por línea somática fue, hablando estrictamente, en parte delfín y en parte ocelote? ¿O que celebré mi quinta elevación neurónica tomando parte en una expedición a Proxy Nueve, donde aprendí los once ejercicios impulsores del alma y los siete mantrams contrarios?

El problema consiste en que, desde tu punto de vista, nosotros nos hemos movido desde lo tecnológico hacia lo incomprensible. Tú puedes explicarle la televisión a un hombre del siglo XI, de tal modo que éste comprenderá el concepto esencial, aunque no los verdaderos principios operativos: «Disponemos de esta caja en la que somos capaces de hacer imágenes de lugares muy distantes, y lo hacemos dominando el mismo poder que hace que el relámpago cruce el cielo». Pero ¿cómo puedo encontrar siquiera las palabras básicas para ayudarte a visualizar el más simple de nuestros juguetes?

En cualquier caso, era época de festival-ojo, y para mi proyecto elegí vivir en el año 1972. Esto requería una buena dosis de preparación. Se hacía necesario llevar a cabo ciertas alteraciones físicas —como, por ejemplo, la sintetización del pelo del cuerpo—, pero la parte realmente difícil fue la creación del camuflaje cultural. Tuve que recoger modelos de lenguaje, pasado histórico, todo un sentido del contexto.

También tuve que crearme una autobiografía convincente. El efecto de cambio de tiempo proporciona a los viajeros como yo una instantánea existencia retroactiva en el pasado, un pasado bien establecido de escolaridad, de padres y todo aquello que desee extenderse sobre un período dado anterior al punto de llegada, pero sólo en el caso de que se realice la programación adecuada. Aproveché los servicios de nuestros principales historiadores y arqueólogos, que me proporcionaron todo aquello que necesitaba, incluyendo un intenso entrenamiento en cultura juvenil de finales del siglo XX.

¡En qué persona tan elocuente me convertí! Puedo hablar todos vuestros dialectos: macrobiótica, ecología, alucinógenos, movimientos lib y sub, rock, astrología, yoga… ¿Eres tú un Capricornio sonpaku? ¿Estás plagado de sexismo, de viajes de vagabundeo, de inseguro karma, de malignas conjunciones planetarias? Solicita mi consejo. Conozco muy bien toda esa materia. Estoy al tanto de todo lo que es corriente. Estoy con la revolución.